13 de Agosto, 2025 6 min lectura

La otra cara de la sonrisa: turismo comunitario en tiempos difíciles

En el turismo comunitario de Yucatán, las sonrisas que ofrecemos a los visitantes a veces esconden momentos personales difíciles

Turismo Comunitario Yucatán Reflexión

En el turismo comunitario de Yucatán, nos preparamos para mostrar lo mejor de nuestra tierra: los colores vivos de las artesanías, el aroma de la comida tradicional, el canto de las aves al amanecer y la calidez de nuestra gente. Sin embargo, detrás de cada sonrisa que damos a nuestros visitantes, hay historias que muchas veces no se cuentan.

Hoy, mientras acompaño una experiencia, mi corazón lleva un peso. La pérdida de un ser querido cercano me recuerda que la vida no siempre está alineada con el calendario de un viaje. Pero aquí estoy, presente, porque en este oficio no siempre podemos poner un letrero que diga "cerrado por duelo". Nuestro compromiso va más allá del contrato: es con la comunidad, con el viajero, y con la historia que juntos vamos a vivir.

"En el turismo comunitario, a veces no somos el guía principal ni la estrella de la jornada. Sin embargo, somos el puente que conecta, el que coordina, el que apoya para que todo fluya."

Incluso cuando por dentro hay silencios, nostalgia o dolor, por fuera damos la mejor cara posible. No porque queramos ocultar lo que sentimos, sino porque entendemos que la experiencia del visitante depende también de nuestra energía.

Esta es la otra cara de la moneda: el lado en que el servicio y la pasión por nuestra cultura se entrelazan con nuestra humanidad. El lado en que aprendemos que dar lo mejor no siempre significa estar en el momento perfecto, sino encontrar fuerza en medio de la tormenta para que, aunque el corazón esté roto, el visitante pueda llevarse un recuerdo intacto, puro, lleno de la esencia de Yucatán.

La humanidad detrás del servicio

En el turismo comunitario, más que vender un tour, abrimos las puertas de nuestras casas, de nuestros pueblos… y también, a veces, seguimos adelante con el alma herida.

Porque en el turismo comunitario, más que vender un tour, abrimos las puertas de nuestras casas, de nuestros pueblos… y también, a veces, seguimos adelante con el alma herida. Y eso, aunque no salga en los folletos, también es parte de lo que somos.

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